¡SANTA MARÍA DEL SILENCIO,
Patrona de los Sordos, ruega por nosotros!
Santa María del Silencio, Madre de Dios y Madre Nuestra!
La función evangelizadora de la Virgen Madre en la vida de la Iglesia está testimoniada desde los inicios de la comunidad cristiana. La historia del Pueblo de Dios refleja el amor filial que los hijos de la Iglesia profesan desde siempre a Santa María.
¡Y es que es el mismo Señor Jesús quien, desde lo alto de la Cruz, nos señala el camino que debemos seguir para mejor llegar a Él: la piedad filial a María Santísima!
Nos ofrece la oportunidad de llevar a millones de personas las palabras del Señor Jesús: «Mujer, ahí tienes a tu Hijo»; «Hijo, ahí tienes a tu Madre». La Nueva Evangelización debe estar signada por la intercesión y la presencia maternal de María Santísima. Es, pues, el amor filial que brota del Reconciliador el que nos anima a presentar a la Virgen Madre, SANTA MARÍA DEL SILENCIO, como un lugar de encuentro con aquella que es la Madre de la Iglesia.
La imagen de Santa María del Silencio, esta ubicada en la Parroquia de Santa María del Silencio, se debe al padre de uno de los dos sacerdotes sordos que trabajaban en Madrid en el año 1970, en tiempo anterior del año
Una vez decidida la advocación de la Virgen se pensó en su imagen. La idea de su talla de la imagen, de cuerpo entero apoyada en una especie de bola del mundo, y en madera de pino, fue de un sordo artesanal que ya frecuentaban el Centro Diocesano de Pastoral del Sordo que hizo el primer y definitivo diseño de la misma: fue tallada en los talleres del Apostolado Litúrgico, en la calle de Bordadores, de Madrid.
Fue entronizada en la capilla del Centro Diocesano de Pastoral del Sordo de Madrid, y bendecida por el obispo auxiliar de Madrid, D. Ramón Echarren Isturiz, el 13 de mayo de 1971.
SANTA MARÍA DEL SILENCIO
Tú, que oyes nuestras voces, aunque no hablemos, pues comprendes en el movimiento de nuestras manos el lenguaje de nuestros corazones. No te pedimos, Señora, que nos des la voz y el oído para nuestros cuerpos, sino que nos concedas entender la Palabra de tu Hijo, y llevar a Él con amor, para la salvación de nuestras almas.
Queremos amar nuestro silencio para evitar la calumnia, el odio y el pecado y, callando, dar testimonio de nuestra Fe. Queremos ofrecerte el silencio en que vivimos para que todos te llamemos Madre y seamos verdaderos hermanos, sin odios, ni rencores, como hijos tuyos.
Te rogamos traduzcas nuestro arrepentimiento ante tu divino Hijo, en la hora de la muerte, para que en la otra vida podamos oír y hablar cantando tu alabanza por toda la eternidad. Amén